miércoles, 11 de abril de 2007

Carta de Amor/Desamor

Primer acercamiento a la amada

Por El acosador
No me conoces, aunque yo a ti sí. Nos hemos visto varias veces: te he descubierto mirándome en el parque, con tus lentes, acompañada de tus amigas, y seguramente te has dado cuenta de la cara de bobazo que pongo cuando casualmente paso cerca tuyo. ¿Todavía no sabes quién soy? Tal vez recuerdes ese encuentro en la parada del bus, hace algo más de un año. Nos miramos largo y estuve a un paso de acercarme y decirte algo, pero soy tan tímido... Ese momento sentí una necesidad tan grande de morderte los labios, que realmente creí que al menos te diría algo, cualquier cosa... el clima, la hora, alguna pregunta estúpida, tus lentes. No te escribo para contarte estas cosas. La verdad es que no sé bien por qué te escribo...

No sé si llegues a comprender cómo o por qué me gustas tanto. Realmente me gustas. Me derrites cuando te veo sonriéndole a alguien más, cuando te espío por la ventana mientras sales del bar. Y qué decir de esa vez que casi choco contigo al salir corriendo... me moría si terminaba estampado contra tu cuerpo. Si vieras cómo tiemblo cuando estás cerca... ¿Te parece romántico? Por ti podría ser el hombre más romántico que hayas conocido. Lentamente me acercaría a ti, dejaría de lado la maldita timidez que me frena, entraría en tu mundo, aprendería tu vida, te trataría como a una reina y me volvería irresistible, casi tanto como tú. Estoy seguro que podrías quererme, soy un buen tipo, según dicen mis amantes, y haría lo que sea por hacerte feliz. Podría amarte como no has soñado siquiera que alguien te ame. Podría hacer tantas cosas...

Pero... ¿y después? Después de la excitación que causa la llegada de "esa persona" en la vida, después de los besos y las risas, después de compartir tardes hermosas de domingos soleados, después de las canciones, las películas y el alcohol, después de las escapadas y las caricias, después de la pasión y todo el sexo en los hostales... Después llega la rutina con su guadaña y decapita al amor. Seríamos muy felices por un tiempo pero pasaría lo que les pasa las parejas: algo se rompería una mañana y dejarías de sentir el gustito de antaño al despertar a mi lado. Pequeños detalles se transformarían en defectos insoportables, llevándome cada vez más lejos de la perfección que deseas. Y tratarías de acoplarte a la situación, por los viejos buenos tiempos, sólo para darte cuenta que ya no quieres estar a mi lado. Hablaríamos del futuro tratando de pintar de colores la tormenta de nuestras vidas, haciendo planes con la convicción de quien no cree su propia mentira. De vez en cuando volveríamos a hacer el amor y sería triste, casi como caricaturas grotescamente dibujadas. Al terminar volverías a la televisión, yo a mis lecturas, y al apagar la luz lloraríamos en silencio, cada cual por su lado.

Un día, por la piedad de Dios, alguno de los dos se decidiría y terminaría la tortura... la primera mitad de la tortura. Llegaría entonces el tiempo en que todo te recordaría a mí. Al ver una de nuestras películas pensarías en las noches compartidas. En la radio oirías ese tema que tanto me gustaba y sería como una puñalada con saña, y no podrías controlar el llanto cuando, después de alguna fiesta, manos extrañas tocaran tu cuerpo con mi misma dedicación. Alguna madrugada lluviosa tendrías que conformarte con abrazar la almohada porque no tendrías mi cuerpo a mano y ya no disfrutarías de esos despertares con mis labios recorriendo los tuyos. Tu corazón moriría, saldrías a caminar y el odio crecería en tu interior al ver pasar las parejas felices, tan hermosas, tan jóvenes y tan tomadas de las manos.

No es lo que quiero para ti... para nosotros. Si he hablado de lo terrible que sería para ti y no he hablado de mí, es porque seguramente este amor, tu amor, me costaría la vida. Tengo el corazón antigua y recientemente destrozado, listo para dejar de latir con el siguiente par de ojos, sobre todo si son como los tuyos, con esos lentes que te convierten en la diosa de mis sueños. Por eso me despido ahora que todo está bien. El dolor de este adiós va cargado con todo el amor que nunca sentiremos, con el cansancio de la relación que no llegaremos a tener, con la dulzura de los besos que no disfrutaremos.

Adiós, amor. No sientas pena, no sientas resentimiento... No me ames...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Acosador

Solo una cosita: ¡¡Biiieeeennnnnn!!!