martes, 16 de enero de 2007

Zapatos rojos

Zapatos rojos


Por Odio que me digan poeta



Te cruzaste violenta en mi camino,
pretensiosa, y robaste mi mirada.
Nadie me advirtió que así se empieza
a perder cabeza y cuerpo por un guiño.

De tu ropa descarté aquella noche
lo que hiciera interferencia entre las pieles:
vestidos, bragas, sostenes, ligas.
Sólo el par de zapatos quedó puesto.

Y así fue que, cada vez que nos tocamos,
juntamos los fetiches compartidos.
Yo sólo con mis lentes sin cristales,
tú desnuda y calzada siempre en rojo.

Si bien disfruté como un chiquillo,
sentí que te colabas en mi vida
creyéndote la dueña de derechos
del remake de un nuevo hit en la taquilla.

Pisoteaste con tus tacos, vida mía,
lo que había de decente en tu camino.
Libertad, perdón, amor, fe y olvido
aplastados por el rojo del zapato.

Quede claro que la culpa es sólo tuya,
del final y las lágrimas sufridas.
Quise besos, cuerpo, fuego y tus ardores;
me los diste y el grillete fue la yapa.

Ahora, libre del abrazo ya cansino,
pues ni vos soportas viva tanto odio,
sólo quedan tus zapatos en mi clóset
y las fotos polaroid de mi martirio.

Escupiré sobre tu tumba al ir a verte,
pondré flores podridas, pestilentes.
Sólo quiero darle vuelta a los relojes
y evitar los malos vicios adquiridos.

Ya mis noches se han tornado en puro frío.
Solitario con mis lentes y aburrido
no comprendo por qué ellas no me quieren,
ni complacen mis caprichos escondidos.

Nadie quiere usar tus tacos rojo sangre
al montar en la pasión desenfrenada.
Nadie ve que tus zapatos son mi vida,
herencia, perdición, fetiche y vicio.

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