lunes, 11 de diciembre de 2006

Mi abuela está en el columpio

¿Cómo sabías que vendría hoy?

por: Los caballeros no tienen memoria

No creo que mi abuelita se haya vuelto loca ni nada. Esta guerra, como todas, es absurda y la viejita tiene todo el derecho de hacer lo que le plazca, sobre todo en momentos como éste. Al verla salir del búnker entre los pedazos de tumbado y la tierra que me intenta cegar, no puedo evitar sentir envidia por el gustito romántico que se piensa dar. Sube las escaleras con toda la velocidad que le permiten sus piernas cansadas, los escombros y las explosiones, con la misma emoción de las primeras citas en serio con el abuelo.

Se conocieron hace demasiado tiempo como para que a alguien le importe, ella tenía 5 añitos y él le duplicaba la edad. Pelearon por ver quién se quedaba en el columpio y ella ganó con un puñado de polvo en los ojos de su adversario... desde chiquita fue una desgraciada. Después de ese encuentro se vieron casi todos los fines de semana, cada vez más amigablemente, y llegaron a quererse en verdad, sentados uno al lado del otro en el mismo columpio. Ya no quedan vestigios de las flores que él le regalaba a la niña que le ganó el primer round, pero, hasta donde me acuerdo, los ojos del abuelo sonreían al verla pasar, arrugada, con un plato de sopa o la lavacara llena de medias para lavar.

Aquí, debajo de la mesa del sótano donde intento alargar un poco más mi vida, siento la muerte silbar en mi oído con cada bomba que va cayendo. Ya no más nos ha de pegar alguna... Tengo miedo pero no puedo dejar de imaginar a mi abuelita mientras trata de llegar al parque de la esquina, no sólo ahora, sino desde siempre, desde que empezó a sentir algo diferente en su cuerpo y en su corazón. Los años la iban convirtiendo en una delicada muchacha capaz de escalar cualquier árbol, con ojos vivaces y pechos firmes. El abuelo quedó flechado para siempre el primer día del sexto curso, cuando la vio con su uniforme. Ella, que no es tonta, utilizó sus pestañas para no dejarlo ir nunca... o casi nunca.

Abro los ojos y toso como si necesitara vomitar mis pulmones. El impacto fue muy cercano y casi se nos viene la casa encima. Limpio mis ojos con ayuda de mis lágrimas. Lloro, pero mi llanto no es nada comparado con el que mi abuelita derramó fruto del éxtasis y del dolor, aquella primera noche de noviembre, cuando el viejo le hizo el amor por primera vez al vaivén del columpio. Se abrazaron largos minutos al terminar, ella con su llanto y él con su cansancio de haber corrido la maratón. Se casaron un par de años después y tuvieron 3 hijos, no tantos hijos como los que sus cuerpos hubieran querido. Los criaron a ellos y después a nosotros, los nietos, entre travesuras en la cocina, vidrios rotos y, sobre todo, entrañables juegos en el columpio.

Y un día, mi padre y mis tíos tuvieron que responder al hipócrita llamado de la patria, la misma patria que le cerró tantas veces la puerta a mi familia por no tener dinero ni apellido. Después que toda su descendencia dejó la vida en las trincheras, mi abuelo decidió entregar también la suya y se despidió de su amor en el columpio. "Espérame aquí cuando regrese", le dijo en medio de interminables besos, los más tristes que uno pueda imaginarse. Ella no volvió a ser la misma después de la noticia de la muerte de su amado. Si bien había ido perdiendo un poco de vida con la muerte de cada hijo, mi abuelo se llevó a la tumba las ganas de sobrevivir de la viejita.

Oigo caer una bomba con el silbido característico... Viene bastante cerca. Sé que caerá en el parque. Cierro los ojos y puedo ver llegar a mi abuelo, tan joven como nunca lo vi. Camina tranquilamente hacia la mujer que lo espera con lágrimas de alegría. Lo que viene después es sólo una explosión, pero puedo adivinar que él se le acerca con los brazos abiertos, la besa como aquella vez y le dice "¿Cómo sabías que vendría hoy?", mientras, tan tranquila y feliz, mi abuelita está en el columpio.

1 comentario:

P. Simon Torres dijo...

Magnífico!!! perfecto, cada vez mejor... este me hizo llorar.... que buena historia, que excelentes descripciones...! muy buen cuento y perfecto el uso continuo de la imagen del columpio entre la tristezae, el romance, la muerte... a lo bestia!!